Brassica rapa, el nabo, es una brasicácea cultivada comúnmente como hortaliza en los climas templados de todo el mundo por su suculenta raíz napiforme. Las variedades tiernas se utilizan para el consumo humano, mientras que las mayores son dedicadas a forraje para el ganado.
Ahora, el nabo, es una hortaliza un poco olvidada en nuestros días -fue desplazada por las patatas-, a pesar de ser consumida por la humanidad desde la remota prehistoria.
Tanto su sabor como el fuerte aroma que se desprende de su cocción tiene sus amantes y sus enemigos -ciertamente, no gusta a todo el mundo-.
Sea cuando fuere, están muy buenos crudos, rayados en ensalada. Aunque lo más habitual es incorporarlos a potajes, pucheros, cocidos y demás guisos populares. Degustar unos nabos al horno en bechamel y gratinados, o en estofado o puré, es toda una sorpresa para el paladar. Las hojas frescas de nabo pueden cocinarse como verdura.
Descripción:
El nabo puede presentar una forma redondeada, aplanada o cilíndrica. El tamaño va a depender de la variedad, puede ser de entre 12 y 15 centímetros de longitud. Su peso medio es de unos 100-200 gramos.
Su carne, de color blanco o amarillento. Está cubierta por una piel fina de color amarillo o blanco que, en ocasiones, puede llegar a presentar una coloración roja verde o púrpura en el extremo superior.
El sabor del nabo es similar al repollo, pero algo más dulce.
Ademas es una hortaliza de escaso aporte calórico. Posee abundante cantidad de agua y un bajo contenido de hidratos de carbono y es buena fuente de fibra.








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